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Mostrando entradas de abril, 2017

Un vicio

Toco tu envoltorio hasta romperlo. Luego tu piel blanda y colorida. Me zambullo lentamente en tu conciencia, en tu interior. Al instante llega un olor a nuevo, a tinta fresca, a árbol talado con un buen fin.  Divago y hasta logro escuchar el “tacatac” del teclado, corriendo rápido bajo unos dedos vigorosos y febriles, intentando plasmar todo con inmediatez. También, de a poco, empiezo a oír las voces de unas personas que tienen una vida previa a estas hojas. Lamento saber que solo voy a conocer una parte de esas vidas. Lo que este escritor Dios ha querido que conozca.  Recorro, entonces, mundos infinitos, incluso improbables. Vuelvo al pasado en un abrir y cerrar de ojos. Degusto comidas árabes, visto atuendos medievales, pienso como detective, siento un amor desgarrador mientras bebo una copa de vino helado y estiro las piernas en el sillón de mi living... o en el de otro. Lloro unas lágrimas ajenas, pero que se hacen carne en mi carne. Vivo movimientos sociales

La vida es una moneda

En este mismo momento, por idéntico motivo, tal vez incluso por las mismas razones, al menos dos personas están deseando, implorando, anhelando, transando con el destino un pacto para pedirle dos cosas completamente opuestas.  Hoy uno va sentirse desdichado y el otro va a comprobar que, por esta vez, la suerte se puso de su lado.

Que Dios nos perdone

Te vas a rebajar y vas a tener que pedirme perdón.  Quiero verte  on your knees  y escucharte decir "perdoname" con cada uno de tus cabellos.  Quiero respirar tus disculpas y que ellas emanen de tus poros. Vas a tener que trabajar duro, muy duro para ser creíble.  Te va a llevar bastante tiempo lograr que cada fibra de mi cuerpo te perdone.  Va a salirte caro,  so much expensive . Te lo juro, te lo aseguro. Te voy a ver llorando. La venganza es un plato que se come frío; sazonado con tu humillación aún sabrá mucho mejor. Y mientras tanto yo...  Yo tendré que atarme las manos para que no sequen tus lágrimas ni acaricien tu pelo negro de arrepentimiento. Yo tendrá que ponerme un chaleco de fuerza para no caer en tus brazos rendidos. Tendré que atarme al sillón para no caer a tus pies cuando te pida por favor que perdones mi soberbia de pretender que, al menos una vez, seas vos el que me pida perdón. Y entonces, que Dios nos perdone a los dos.

Verdades

Al final todo decanta, todo fluye y se deja ver más tarde o más temprano. Es solo cuestión de esperar para saber. Es cosa de mirar bien quién, dónde, cómo y cuándo. La vida se abre camino si uno elige libremente en la encrucijada para qué lado agarrar. No hay piedra que no se moje con el agua. No hay corazón que no sufra por amor. No hay alma que desee estar sola mucho tiempo. No hay risa en la boca que no haya llorado antes por los ojos y la nariz. No hay aprendizaje sin la experiencia previa de haber caído y haberse raspado las rodillas. No hay vos, ni yo, ni nadie que no deje huella sobre la tierra antes de llegar a tocar el cielo.

Haiku noveno

Diminuto sol. Lejano en el cielo. Frío en tu alma.

#NiUnaMenos

Sigo gritando #NiUnaMenos aunque sienta que cada vez estamos más lejos de que se cumpla. Desamparadas como estamos por todos y todas, por los gobiernos, por la justicia y hasta nuestras propias congéneres. Qué difícil era creer que Micaela iba a aparecer viva, sana y salva, porque los finales siempre se repiten cuando de violencia de género se trata. Muchos días sabiendo cómo terminaba todo, pero esperando un milagro, tal vez porque los milagros nos hacen humanos. O no sé, pero esta vez duele fiero. Será porque pedimos ni una menos y encontramos que siempre hay una más. Ojalá su cuerpo callado, violado y torturado que recién apareció hoy, pueda hablar todas las injusticias y gritar en serio y definitivamente #NiUnaMenos.

Destino esquivo

Volar al alba y libre como las aves era su sueño, pero había nacido estrella.

Cosa de dioses

Cada tanto, un dios cruel y vengativo nos recuerda que haber robado el fuego fue una gran soberbia humana, una metida de pata supina del amigo Prometeo. Y ese pecado capital e irredimible se paga con más fuego descontrolado que sufre la tierra y los ciudadanos de a pie, siempre herederos de los castigos divinos.