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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Retrato ciego

Fría, distante, soberbia. Como por encima de todo y de todos. Tu rostro lo demuestra. Tu nariz recta, firme, contundente. O tus manos lánguidas, suaves y filosas, todo al mismo tiempo, tomando las cosas y la vida con liviandad y cuidado, como si fueras a quebrarte una falange. Fina y tierna falange. Y eso que hoy no voy a hablar de tus ojos, que sino... Tu cara perfecta, angulosa, enmarcada por unos pómulos bien delineados. Huesos fuertes que en tu maxilar ya advierten la fortaleza del carácter.  Labios en rictus eterno de odio, pintados a fuego de rojo furioso. Engañan al besar, pero bien vistos traslucen una maldad que no se esmera en esconderse. Y eso que no quiero hablar hoy de tus ojos... Cubriendo todo tu rostro sin igual, tu piel. Piel de porcelana. Volátil, etérea, blanca, blanquísima, trasparente, traslúcida... deja ver tu orgullo ahí, a flor de piel, de esa piel suave e inversamente proporcional a la acidez de tu alma. E insisto que hoy no quie

Esta vez es por #SantiagoMaldonado

Pocas cosas deben ser tan paralizantes como no saber dónde está tu hijo. Solo se me ocurren dos más. Siempre tengo ese pensamiento, esa sensación, egoísta seguramente, cuando desaparece algún pibe o alguna piba, porque me imagino en esa situación, tan temible que tengo que cerrar los ojos y sacudir la cabeza para sacarme la idea de la piel y de las entrañas. No se trata, para mí, de qué opinión o postura política hablemos, defendamos o se mezclen en esta historia que nos convoca hace un mes, sino lisa y llanamente de empatía y solidaridad. De algo básico: saber dónde están los hijos, o cualquiera de las personas que queremos y cuidamos. Nada más, sencillito es el tema, quiero que aparezca #SantiagoMaldonado, en lo posible con vida y en una playa del Caribe.